"Futbolistas que te hacen preguntarte: ¿Cómo estará el tiempo allá arriba?"
La segunda división de nuestro fútbol es para los futboleros empedernidos lo que el cine
mudo es para los cinéfilos, una manera de división que nos sitúa a ambos por encima de la
media. Siempre mola ir a tu amigo que es del Barcelona y no sale de su zona de confort y
comentarle lo bien que jugó Javi Serrano en aquel Málaga-Ibiza, o la mucha calidad que
tiene Cristian Herrera para haber descendido con el Ibiza o lo descerebrados que son los
ibicencos que no van a Can-Misses a gozar los despliegues defensivos de Juan Ibiza. Entre
esta maraña de Ibizas se esconde la realidad, que eres un pringado que no tiene nada
mejor que hacer un domingo a las dos de la tarde en el más crudo invierno que visualizar
ese fútbol, o esa película que no despierta pasión en ti y que solo ves para entretenerte y
hacer que pasen las horas.
Entre los sibaritas del fútbol hay una serie de futbolistas que generan pasión y furor. En mi
caso, estos son los delanteros centros. Pero no cualquiera, si mide menos de metro noventa
para mi no sirve, el portero que guarda la entrada a mi corazón no admite a barbilampiños
hormonados que no han superado su adolescencia. Me gustan los gigantones que al salir al
campo destacan más por su altura que por su juego con los pies. Estos me generan
simpatía porque me recuerdan al amigo gordito que se lleva todas las bromas pero luego es
el mejor de todos y que al hacer un regate en la más efímera pachanga te sientes como una
madre cisne que ve a su hijo pasar de ser patito feo a cisne hecho y derecho.
Los ejemplos no son muchos, pero mi selección es selecta cual caviar:
Empezamos con Manu Barreiro, el de Compostela es el más bajito de la lista, con su 1,88.
El militante del Lugo casi se cae de la susodicha lista, si no fuera por el gol que marcó con
el Nastic contra el Ucam Murcia. Un gol de infarto que le daba la permanencia, marcado con
el alma, de los pocos goles de cabeza que he visto que hayan sido rematados desde el
suelo. Su casi metro noventa dejó marca en el césped como si fuese el curso de un río, río
que llena a los sibaritas como yo de furor. Rematando desde el suelo para ascender a lo
más alto.
El artículo va de contrastes, y es por eso que el siguiente en apuntarse al cupo es Onuachu.
El delantero más alto de este artículo, con sus dos metros con 1 es un consagrado referente
en el arte del cabeceo. Y es que la tabla de surf que usa este tío es del tamaño de un barco,
imposible amortiguarlo de otra manera. Su cuota goleadora ha sido estratosférica hasta su
llegada al Southampton, donde se ha estancado, esperemos que en segunda división logre
resarcirse y marcar los 35 obuses que hizo en el genk. Un auténtico maquina.
¿A quien no le gusta el Osasuna? Es el equipo de moda, europa, memes y amaños son la
tónica general del conjunto rojillo. Si miramos a la plantilla vemos al dúo sacapuntas, los
munitis y zigiç (o algo parecido) de esta temporada. Kike Barja y Ante Budimir. Obviamente
el gran señalado es Budimir. Sus dobletes contra Girona y Betis le valen el puesto. Y como
no emocionarse con un balón puesto con maestría desde banda derecha por Kike Barja,
para que Ante Budimir se eleve y pare el tiempo, poniendo colofón con un remate con la
testa cruzado a la obra de arte que pone los pelos de punta llamada Fútbol. O el partido
contra el Athletic en el sadar, no he visto jugador más parecido a un basurero de barrio
americano en mi vida, en pelea continua contra los perros que le mordían los tobillos (Vivían
y Yeray), todo el rato cazando los balones. Un arte que aún siendo del Athletic me puso los
nervios a flor de piel y me hizo pensar: Ojalá este tío fuera de Barakaldo.
Los finales tienen que ser buenos, y por eso traigo al control de bombas número uno.
Directo desde Victoria Gasteiz, Taichi Hara. Que más que hacer taichi, hacia karate con el
cráneo, capaz de partir barrotes de metal con este. Y es que tal día como hoy, el fútbol
español llora, ya que nunca disfrutaremos más de tu metro noventa Taichi. Me limitaré a
recordar tu cabezazo contra el Lleida Esportiu en copa, o cuando Guridi te puso un balón
perfecto y tú te trabaste con él, traba que no era más que para despistar a la zaga del Lugo,
ya que luego lograste clavar un zapatazo al fondo de la meta de Oscar Whaley. Un
auténtico recuerdo que sentenció al Lugo, y sentenció mis esperanzas de seguir viéndote.
Y con esto que acabo de decir, ¿Como no amar el fútbol?