lunes, 1 de septiembre de 2025

Let it All Work Out

 Mientras escribo este artículo, en mi cabeza suena en bucle la canción “Let it All Work Out”. No es casualidad. Porque la trayectoria de Eberechi Eze, hoy figura del fútbol inglés, encarna a la perfección ese mensaje: dejar que la vida, con sus vueltas y revueltas, encuentre su camino.

Nacido en Greenwich (Londres) en 1998, Eze vivió una infancia llena de fútbol, pero también de obstáculos. Creció en un barrio multicultural, rodeado de pasión por el deporte, pero también de dificultades que podían apartar a cualquiera de su camino. Desde pequeño soñaba con ser profesional, pero su recorrido estuvo lejos de ser lineal. Pasó por las academias del Arsenal, Fulham y Reading, pero a los 13 años, cuando militaba en el Millwall, recibió un duro golpe: fue descartado. Para muchos jóvenes, esa decisión habría supuesto el final del sueño. Para Eze, fue apenas el comienzo de una historia de resistencia.

A pesar del revés, se mantuvo firme. Durante años se movió en equipos modestos, trabajando en silencio y con la obsesión de demostrar que pertenecía a la élite. Su oportunidad real llegó en 2016, cuando firmó por el Queens Park Rangers (QPR). En Loftus Road encontró estabilidad y confianza, ingredientes que le permitieron empezar a desplegar su verdadero potencial. Su talento con el balón, su capacidad para el regate y su inteligencia en el último tercio lo convirtieron en un jugador especial.

Antes de brillar en el QPR, fue cedido al Wycombe Wanderers, en la cuarta división inglesa. Allí se curtió en un fútbol de barro, con rivales físicos y escenarios muy distintos a los grandes estadios. Ese paso fue clave: le dio confianza, resistencia mental y una comprensión mayor de lo que necesitaba para triunfar en el profesionalismo. No tardó en volver al QPR con otra mentalidad.

La temporada 2019-20 fue la de su explosión definitiva. Con 14 goles y un papel protagónico en el Championship, despertó el interés de varios clubes de Premier League. El Crystal Palace fue el que más apostó, invirtiendo alrededor de 20 millones de libras en 2020. En Selhurst Park se consolidó como una de las grandes figuras del fútbol inglés, un jugador eléctrico, capaz de marcar diferencias con regates imposibles y goles decisivos.

En 2021, sin embargo, llegó otro golpe: una rotura del tendón de Aquiles que lo mantuvo fuera de los terrenos durante más de ocho meses. La incertidumbre era enorme; muchos futbolistas no logran volver al mismo nivel tras una lesión tan grave. Pero Eze, fiel a su historia, respondió con resiliencia. Tras una larga recuperación, regresó al campo más fuerte y maduro, decidido a recuperar su lugar entre los mejores.

Ese esfuerzo tuvo recompensa. En 2025, se convirtió en héroe del Crystal Palace al marcar el gol decisivo en la final de la FA Cup, otorgando al club su primer gran título. Pocos meses después, también fue clave en la conquista de la Community Shield. De ser descartado en su adolescencia a levantar trofeos en Wembley, su recorrido simbolizaba la esencia del fútbol: esfuerzo, paciencia y convicción.

Y entonces llegó el regreso a casa. En agosto de 2025, Eberechi Eze fichó por el Arsenal, el club donde había dado sus primeros pasos, en una operación valorada en 60 millones de libras más variables. El movimiento fue mucho más que un traspaso: fue el cierre de un círculo personal. El niño que un día soñó con triunfar en los Gunners regresaba como estrella consagrada, dispuesto a liderar un proyecto ambicioso en plena madurez de su carrera.

El dorsal número 10, cargado de historia en el Arsenal, quedó reservado para él, reflejando la importancia de su llegada. El club londinense consiguió adelantarse a otros equipos interesados y logró unir el componente emocional con el deportivo: un futbolista de calidad contrastada que, además, conecta con la identidad del Arsenal. Para los aficionados, su fichaje no fue solo una gran operación de mercado, sino también una historia inspiradora que refleja el poder de la perseverancia.

Hoy, con 27 años, Eberechi Eze es un ejemplo para cualquier joven futbolista que enfrente obstáculos en su camino. Su historia demuestra que los rechazos pueden ser gasolina, que las lesiones no tienen por qué definir a un jugador y que, con trabajo y fe, todo puede encajar. Mientras suena “Let it All Work Out”, queda claro que, en su caso, la vida sí encontró la manera de que todo terminara funcionando.

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